martes, 18 de noviembre de 2008

DIP. AZCOITI:"KIRCHNER SABE QUE SU PROYECTO HA FRACASADO"





“Kirchner sabe que su proyecto ha fracasado”
Los dichos del ex presidente Kirchner, calificando las conversaciones entre la UCR y la Coalición Cívica como una nueva alianza de la derecha argentina, merecieron severas críticas de parte del Diputado de la Nación Pedro Azcoiti [UCR-Buenos Aires]
“Kirchner es conciente de que su proyecto político hegemónico, ha fracasado y por eso le preocupa tanto que la oposición dialogue en búsqueda de consensuar propuestas alternativas”, sostuvo el legislador, para agregar “mejor sería que en lugar de seguir atacando a la oposición y a los medios de prensa, se preocupara por aportar ideas para superar los efectos de la crisis que ya se ha instalado en nuestro país con sus secuelas de suspensiones, despidos y retracción económica”.
Más adelante, el vicepresidente del Bloque Radical afirmó que “resulta curiosa la forma de mirar la realidad por parte de Kirchner; mientras lo escandaliza que sectores afines dialoguen, bendice en silencio que su ladero y ex jefe político, Carlos Kunkel, ande de la mano con el carapintada Aldo Rico, quien además se proclama a favor de la reelección de su esposa y se dice identificado con esta gestión de gobierno”.
Por último, Azcoiti expresó que “más allá de lo que diga el ex presidente, seguiremos buscando el diálogo institucional con otras fuerzas políticas para construir una alternativa seria, sobre bases programáticas compartidas, que permita ofrecer una posibilidad de alternancia al proyecto hegemónico que encarna el matrimonio presidencial

lunes, 17 de noviembre de 2008

COMUNICADO DE PRENSA DEL DIP. LANCETA Y LA JUV. RADICAL DE OLAVARRÍA



"UNA ALTERNATIVA PACIFICADORA, HOMOGÉNEA, PROGRAMÁTICA Y PROGRESISTA EN LA VIDA DEL PAÍS, SUPERARÁ EL AUTORITARISMO OFICIAL".



Las recientes declaraciones del Ex Presidente Néstor Kirchner en el homenaje "al día del militante" en San Vicente, no hacen ni más ni menos que evidenciar su incapacidad de generar un espacio de diálogo y armonía que debería vivirse en un país asediado por la crisis económica internacional, que comienza a generar las primeras consecuencias (despidos, suspensiones y adelantamiento de vacaciones a los trabajadores) y la baqueteada gestión presidencial. El comienzo de este diálogo político, al que se refiere el Ex Presidente, entre las principales fuerzas de la oposición (U.C.R – Colación Cívica), fortalece y ampara la institucionalidad del país, los argentinos hemos vivido años de involución cultural, social, económica en la cual Kirchner era partícipe esencial, ¿o nos olvidamos los Argentinos que mientras Menem Gobernaba el País, había un gobernador en Santa Cruz que aseveraba y justificaba las decisiones increíblemente groseras para la vida de los Argentinos?. Todo sistema Democrático, necesita del diálogo, la tolerancia, el consenso, y el equilibrio, cuando estos valores se trastocan o comienzan a desaparecer (como ocurrió en la Argentina de los 90` y en la actualidad) entonces es el mismo sistema que genera sus propios límites.La República Argentina tiene sobrados recursos, no sólo desde lo económico o productivo, sino desde lo social y cultural. Existe capacidad de construcción en la República, es sólo poder conjugar estos atributos detrás de un proyecto unificador, pacificador y homogéneo, eso ha comenzado a realizar la Unión Cívica Radical, y la Coalición Cívica, fomentando la creación de un espacio Social demócrata, moderno y ágil, aggiornado a la realidad del mundo y del País, que deberá ampliarse y generar bases programáticas fuertes.Este es el comienzo de un patria libre y solidaria. Somos un país grande, no dejaremos que los atropellos y retrocesos que han infringido, vuelvan a afectar y detengan lo que todos nosotros supimos construir. Millones y Millones de Argentinos enarbolaremos las banderas de la Igualdad, y defenderemos nuestros ideales. Por que como dijera Raúl Alfonsín, "la política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la Democracia no es sólo conflicto también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política" .


Rubén Orfel LancetaDiputado Nacional U.C.R.Buenos Aires

miércoles, 12 de noviembre de 2008

ESTA ES LA OPORTUNIDAD HISTÓRICA

Esta es la oportunidad histórica

El gobierno de los Kirchner se debate en una creciente decadencia y degradación institucional. Su Administración está atravesada por graves casos de corrupción que el kirchnerismo no sólo no tiene voluntad de investigar, sino que además coloca obstáculos para que no puedan esclarecerse las graves denuncias que se formulan en su contra.

El viento de cola, que en materia económica hizo crecer al país, ya no existe. Esta nueva situación trae el fantasma de la recesión y la desocupación sin que, lamentablemente, los años de bonanza hayan sido aprovechados.

La Administración del matrimonio degradó las instituciones e implementó un plan con pretensiones hegemónicas, basados en una concertación inexistente, como lo demuestra la falta total de diálogo con las fuerzas políticas de oposición, la confrontación para lograr la sumisión de los sectores productivos, los innecesarios agravios a la Iglesia y el aislamiento internacional de la Argentina.

Es hora de cambiar y para ello la Oposición democrática tiene una oportunidad histórica. Esa oportunidad debe guiarse con el firme propósito de constituir un espacio social- demócrata moderno que se constituya en una alternativa al populismo dominante del kirchnerismo y sus variantes.

La tendencia en el mundo es la de la reivindicación de los Partidos Políticos, organizaciones políticas fuertes que no sólo sean capaces de ganar una elección, sino también de gobernar en beneficio del pueblo y la nación.

La reunión celebrada en el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, entre las autoridades de nuestro Partido y miembros de la Coalición Cívica, es un primer paso en la dirección correcta. Los próximos deben darse con generosidad ampliando los contactos que permitan crear ámbitos de debate que alcancen las coincidencias programáticas que aseguren la gobernabilidad futura. En particular con el Partido Socialista, sobre la base de partidos políticos sólidos y con tradición se podrá construir la alternativa que el pueblo reclama.

Las reglas de oro de la Democracia son el equilibrio y el control del poder y la alternancia en el ejercicio del mismo, éstas sólo serán posibles con la construcción de una fuerza social-demócrata amplia que pueda canalizar la voluntad de millones de argentinos.

El Radicalismo está dispuesto a cumplir con este imperativo histórico, aguardamos esperanzados la respuesta de otros Sectores y Partidos afines para reencauzar a la actividad Política, ponerla al servicio de los sectores populares y devolver al pueblo argentino la confianza en sus instituciones.

Firmado:
Federico T. M. Storani, Convencional Nacional de la UCR; Pedro Azcoiti, Diputado Nacional, Vice-presidente del Bloque de Diputados Nacionales; Rubén Lanceta, Diputado Nacional; Juan José Cavallari, Legislador Provincial Bonaerense; Carlos Martín, Convencional Nacional, Vice-presidente de la Convención Nacional; Diego Martínez, Presidente de la Convención Provincial de la UCR; Carlos Gorosito, Intendente de la Ciudad de Saladillo; Silvia Moreno, Convencional Nacional; Alejandro Echegaray, Convencional Nacional; Silvia Vázquez, Convencional Nacional; Marisa Kugler, Convencional Nacional; Gustavo Bruno, Vice-presidente del Comité de la Provincia de Buenos Aires, Gilda Pizzolante, Comité de la Provincia de Buenos Aires ; Roberto Leonis, Convencional Nacional; siguen las firmas de Convencionales Nacionales y Provinciales, y otras autoridades Partidarias de la Unión Cívica Radical.

domingo, 9 de noviembre de 2008

SE CONSTITUYÓ LA H. CONVENCIÓN DE LA U.C.R. DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES


SE CONSTITUYO LA CONVENCION DE LA UCR BONAERENSE







Buenos Aires, 8 de noviembre de 2008

Con la presencia de 126 convencionales -el quórum legal es de 77- deliberó ayer en las instalaciones del Club San Miguel la H. Convencion Provincial del Radicalismo que constituyó sus nuevas autoridades. Resultaron electos: como Presidente el Lic. Diego Martinez (politólogo de la Universidad de Lomas de Zamora) perteneciente a la Corriente de Opinión que lidera Federico Storani, como Vicepresidente Manuel Bertolli (integrante del MoDeSo) y como secretarios el ex diputado provincial David Hirtz en representación de la sexta sección electoral(independiente), el abogado Dr. Martín Paramio de la localidad de 25 de Mayo en representacion de la séptima sección electoral (independiente), el Dr Agusto Spinoza de Lobos del sector Movilizacion Radical liderado por Pascual Capelleri, la convencional Claudia Romero de la localidad de Merlo en representacion de la mujer, Hugo Ferreiros en representacion de la Organizacion de Trabajadores Radicales. Quedando un lugar a disposicion de la minoría. La elección de la nueva conducción se aprobo por 76 votos a favor contra 45 que obtuvo la lista encabezada por Ricardo Campero. El Plenario de la Convención también procedió a elegir la Junta Electoral Partidaria recayendo la Presidencia en el conocido jurista Dr. Gabino Tapia que además cumple funciones como Apoderado del Comite Nacional que preside Gerardo Morales. El cuerpo escuchó a continuación los informes del Presidente del Comité Provincia, Dr. Daniel Salvador, del Presidente del Bloque de Senadores Provinciales Sr. Jesús Porrúa y del titular del Bloque de Diputados Provinciales Sr. Ricardo Jano que fueron aprobados por unanimidad de los presentes. Se encomendó a la nueva Mesa Directiva de la Convención la redacción del documento político que analiza la situación nacional y provincial, tomando en cuenta los borradores que aportaron los distintos sectores.

Manuel Bertolli Lic. Diego Martínez
Vicepresidente Presidente

HONORABLE CONVENCIÓN DE LA UNIÓN CÍVICA RADICAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

lunes, 3 de noviembre de 2008

DIPUTADO AZCOITI:"KUNKEL Y RICO,UN SOLO CORAZÓN....AUTORITARIO









“Que el diputado Carlos Kunkel sea el principal operador político de la candidatura del golpista Aldo Rico a presidente del PJ en San Miguel, vuelve a confirmar que para el actual gobierno –del cual Kunkel, es uno de principales referentes- el respeto a las instituciones, los valores democráticos y los derechos humanos, son solo banderas a declamar pero no a levantar en los hechos concretos”, sostuvo el Diputado de la Nación Pedro Azcoiti [U.C.R.] en relación al apoyo que el ex carapintada Rico recibiera de Kunkel en la interna del peronismo de San Miguel.



”Una vez más actitudes como éstas –prosiguió Azcoiti- nos ratifican en el camino que elegimos hace mas de treinta años cuando por un lado enfrentábamos a la “juventud maravillosa” y por otro a la Concentración Nacional Universitaria (CNU), unos y otros no creyeron jamás en los valores de la democracia, la república, el estado de derecho. Kunkel por un lado y Rico por el otro representan aquello”.



Mas adelante el legislador sostuvo, “este apoyo no es novedad, ya que el año pasado Kunkel y Rico compartieron tribunas, besos y abrazos en la búsqueda de la reelección del entonces Intendente”, para afirmar luego “queda claro que mas allá de las coyunturales conveniencias electorales, los une un escaso aprecio por los valores democráticos y una fuerte tendencia al autoritarismo”.



Por último Azcoiti expresó, “si alguien tan cercano al matrimonio presidencial como Kunkel, vuelve a apoyar a un golpista como Rico, a uno le queda el derecho a sospechar que quizás actúa cumpliendo órdenes directas de los ocupantes de la Quinta de Olivos”.

LECTURA RECOMENDADA.GRACIAS.POR PEPE ELIASCHEV

Gracias
Mirado desde afuera, se hacía cada vez más respetable, pero no abundaba para con él el afecto, ni la confianza total. El exilio había llevado a algunos radicales al exterior, pero en esencia los que nos habíamos ido del país proveníamos del peronismo, de la izquierda, o éramos independientes.
Por Pepe Eliaschev


Pepe Eliaschev

Mirado desde afuera, se hacía cada vez más respetable, pero no abundaba para con él el afecto, ni la confianza total. El exilio había llevado a algunos radicales al exterior, pero en esencia los que nos habíamos ido del país proveníamos del peronismo, de la izquierda, o éramos independientes. En este ámbito, Raúl Alfonsín era considerado con distinción, sin arrebatos emocionales. Su figura se había catapultado cuando en 1982 fue el primer político de peso en oponerse a la escandalosa tragedia de Malvinas, pero esa mañana del 30 de octubre, cuando tomábamos café y cambiábamos impresiones en un Sanborn’s sobre el Paseo de la Reforma del Distrito Federal, nuestra pasión política estaba encorsetada y mascullábamos nostalgia, irritación y esperanzas. Habíamos ido al consulado argentino en Ciudad de México a que nos certificaran que estábamos a más de 500 km de nuestro lugar de votación. Imposible votar por Alfonsín ese día, pero sabíamos que el exilio terminaba y llegaba la hora de volver. Nosotros, los que nos habíamos ido del país un año y medio antes de que las Fuerzas Armadas ocuparan el poder, sabíamos que habíamos salido de una Argentina gobernada por los peronistas y que, en ese lúgubre 1974, cuando empezó nuestro alejamiento, ya eran decenas los asesinados a mansalva por fuerzas de tareas comandadas desde la Plaza de Mayo. Ahora el momento había llegado. Era hora de cerrar una época densa, significativa, formidable y a la vez trágica. La negritud se despejaba, lo siniestro retrocedía. Es sencillo demostrar que Alfonsín no hubiera significado lo que su figura y su proyección terminaron implicando sin la masiva y movilizada militancia que él supo motivar y que le dio sustancia y carnadura a su marcha a la Casa Rosada. Pero al final del día, la divisa rojiblanca de su partido, desde cuya identidad activó toda su vida como hombre político, cedió preeminencia a favor del RA, asociado con el país y con la república. Esa fue su fuerza y su mensaje, entonces imbatible. No sólo se asociaba con el mayor denominador común (sistema y patria), sino que ponía en acto una manera de vivir, experiencia democrática que pulverizaba a un justicialismo inadecuado, antiguo y ambiguo. Alfonsín era la posibilidad de soñar con lo que durante años había estado relegado e incluso oculto. El peronismo que había hecho implosión de manera sangrienta ya en 1973 no era opción una década más tarde. No lo era porque no se proponía serlo. El aparato político que presumía de monopolizar el favor de los pobres apoyaba en 1983 la autoamnistía que se habían regalado las Fuerzas Armadas al abandonar el poder. Alfonsín se convierte así, por definición y decisión, en conductor político de una era definida por las rupturas. Quiere ser y será el ciudadano a cargo del Poder Ejecutivo que consume el fin de la impunidad. Firma el decreto de enjuiciamiento a las juntas militares del terror, pero no se olvida de las responsabilidades de los guerrilleros que desde el 25 de mayo de 1973 prosiguieron, impertérritos, secuestrando y asesinando. La guerrilla, que no quería ni pedía democracia alguna, no se lo perdonó. En 1989, últimos vástagos del ERP atacaron una unidad militar a sangre y fuego (La Tablada), mientras numerosos y calificados remanentes de Montoneros se alineaban con Carlos Menem, que los indultaría meses más tarde, tras mantener promiscuidad con los carapintadas. Pero Alfonsín venía de otro escenario de valores, configurado por la necesidad de estimular la diversidad y procurar a toda costa la convergencia entre culturas y prácticas diversas. Hay que recorrer el armado humano de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas y el Consejo para la Consolidación de la Democracia para advertir y registrar claramente esa impronta democrática resistida por la fuerte marca autoritaria y corporativa que lo llevó a denunciar el pacto militar-sindical. Su figura terminaría siendo clave y determinante con los años, sobre todo si se considera la calamidad nacional que era la Argentina de 1983 y la colosal excepcionalidad de un país que, a diferencia de Chile, Brasil y Uruguay, tuvo que abocarse a una transición democrática inédita, sin salvaguardas ni garantías. La Argentina será en los ochenta el país donde el presidente Alfonsín zamarrea sin miramientos a un fascista párroco militar en medio de una misa, o le pone los puntos sobre las íes, y en la propia Casa Blanca, a un presidente norteamericano abocado al derrocamiento de legítimos gobiernos centroamericanos. No descuelga cuadros. Alfonsín juzga criminales en uniforme y se aguanta pagar el precio. Va a Cuba, habla con Castro, propicia romper con la Guerra Fría en el hemisferio, y sella el fin de las hipótesis demenciales de conflicto con Chile (Beagle), apostando todo a la apertura democrática en ese país, donde el estado de derecho arribaría sólo siete años después. Todo llega alguna vez. Este 30 de octubre, la persona a quien la actual farándula periodística denostaba con sarcasmos hace una década, pidiéndole que dejara de salvarnos, el viejo líder es hoy poderoso talismán de energías democráticas, al que ahora se acercan, para validarse, oportunistas que creyeron que se salvaban con los Kirchner, y hasta la propia Presidenta, cuyo homenaje en la Casa Rosada fue un monumental acto de hipocresía concebido para que ella resultara beneficiada del prestigio de un hombre que debe ser reconocido en la praxis política y no en los fuegos artificiales del carnaval mediático. Ahí está él. En su batalla acumula buena dosis de errores y gruesa cosecha de fallas. Nadie mejor para admitir su humana falibilidad. Siempre me impresionó eso en él, tras haber sido privilegiado por su afecto y su respeto sólo desde que perdió todo poder; ha vivido una vida respetuosa y considerada para con sus semejantes. Encarna aquellos valores de decoro, modestia, frugalidad y respeto que lo convierten en figura dolorosamente asincrónica en la Argentina. El ha sido piloto y camillero, estadista y socorrista, hombre de Estado y gestor de acuerdos que si bien no siempre fueron oportunos, revelaron de manera invariable una visión histórica amplia y generosa para superar los principales y más graves dilemas argentinos. Ha afrontado, sin embargo, problemas que fotografían de manera lapidaria rasgos aborrecibles del país que no termina de morir, territorio de hegemonías supremacistas y mezquindades insondables. No ha recibido los agradecimientos de una sociedad civilizada para un hombre que ha cumplido el papel que él quiso, supo y pudo cumplir, paradigma de una época mejor, más sana, más pacífica, superior. Por eso, yo, libreta de enrolamiento 4.530.522, le digo gracias. Su nombre, Alfonsín, me sabe a libertad.

domingo, 2 de noviembre de 2008

PARA QUE POR SIEMPRE LO LLEVEMOS EN EL CORAZÓN









PARA VER EL ACTO DEL LUNA PARK EN VIDEO ENTRÁ EN:

http://www.youtube.com:80/watch?v=wvrq3HV4ZYI

sábado, 1 de noviembre de 2008

SÍMBOLO DE DEMOCRACIA. LECTURA RECOMENDADA




Símbolo de democracia
Por Joaquín Morales Solá
Para LA NACION






En una noche como la de ayer, hace justo 25 años, Raúl Alfonsín daba vueltas, solitario, alrededor de la pileta de la quinta de un amigo en el Gran Buenos Aires. "No puede ser, no puede ser", repetía cada vez que alguien le acercaba la información de que había ganado las elecciones presidenciales. Eran sólo versiones, porque la dictadura guardó la información hasta bien entrada la noche, atemorizada ante la eventual reacción del peronismo. El hombre seguro de la campaña, el líder de discursos electrizantes y denuncias vibrantes, se mostraba incrédulo ante una novedad ciertamente histórica. El peronismo acababa de perder las primeras elecciones libres desde que Juan Perón había fundado un partido.

¿Cómo empezar en un país devastado por los conflictos políticos, económicos y humanos? ¿Por dónde debía empezar? Alfonsín había llegado a esa epifanía política con un equipo de viejos amigos y con la amplia estructura partidaria del radicalismo. Su fiel amigo David Ratto, prematuramente muerto, hizo quizá la última gran campaña publicitaria de su vida con la elección de Alfonsín. Raúl Borrás, otro hombre sorprendido por la muerte temprana, fue el jefe político del desorden radical que significó aquella campaña electoral.

Alfonsín no tenía muchos recursos; en la Capital sólo poseía un departamento de escasos dos ambientes exiguos en Juncal y Libertad. Ahora, en la vejez, tiene sólo un poco más que eso. Sin embargo, desde el momento en que se hizo oficial su victoria quedó claro que su gestión se enfrascaría en dos objetivos fundamentales. Uno: crear una cultura democrática en un país que había perdido los hábitos de la democracia, después de cincuenta años de autoritarismos de facto o elegidos, de gobiernos civiles frágiles y de frecuentes interrupciones militares. El otro: que la democracia no fuera, otra vez, una experiencia efímera en la vida de los argentinos.

Venció la impronta de un gallego cascarrabias, como él mismo se suele definir, para dedicarse a construir una civilización política tolerante y plural. La Argentina sería uno de los primeros países de América latina, sembrada entonces de gobiernos militares, en encontrar la fórmula del progreso democrático. Alfonsín terminó en los años 80 convertido en un ícono mundial del restablecimiento democrático latinoamericano.

Eso sucedió en el mundo. La faena en la Argentina fue más ardua que un emblema conspicuo o que el videoclip de una canción de Michael Jackson con imágenes de Alfonsín (que también existió).


Alfonsín pertenece a una generación de políticos atrapados por las pasiones: son furiosamente peronistas o furiosamente antiperonistas. Los primeros son hijos de la intemperancia del primer Perón; los segundos son la consecuencia previsible de aquellas intolerancias. Alfonsín había militado siempre en la convicción de que el peronismo servía poco para la democracia. Esa es su verdad.

A pesar de esos convencimientos, prevaleció en el entonces presidente electo otra certidumbre: los asiduos golpes militares sólo habían sido posibles en el pasado por los enfrentamientos irreconciliables entre los partidos políticos y los dirigentes civiles.

Alfonsín había ganado ampliamente la elección presidencial (es el presidente radical que más votos sacó en la historia), pero su partido no controlaría el Senado ni los gremios. En el acto, comenzó a tender puentes de convivencia con el peronismo y dentro del propio radicalismo. Dejó algunas viejas ideas a un lado cuando se enfundó el traje de presidente.

La primera decisión que tomó fue ofrecerle a su reciente contrincante peronista, Italo Lúder, un lugar como ministro de la Corte Suprema de Justicia. Lúder rechazó el cargo, pero entre ellos ya se había entablado una secreta relación de acuerdos que no eran públicos.

En efecto, en medio de la campaña electoral se juntaron en una reunión muy reservada para fijar las reglas del juego: la competencia podía permitirse duros cruces políticos, pero ninguno de los dos daría golpes bajos.

La experiencia democrática en la Argentina era nonata todavía y no había lugar para los lujos de países con mayor civilización política. Esa fue la conclusión de ambos candidatos.

Dos viejos contrincantes internos de Alfonsín en el radicalismo, los balbinistas Antonio Tróccoli y Juan Carlos Pugliese, fueron designados ministro del Interior y presidente de la Cámara de Diputados, respectivamente. Ellos sabrían entenderse con el peronismo mejor que los alfonsinistas. Fueron leales y eficientes con el presidente al que habían enfrentado.

El peronismo, que se preparaba para combatir al nuevo gobierno desde una humillante derrota, vio de pronto abiertas las puertas del diálogo y la convivencia. No podía colocar la venganza como prioridad ante una sociedad con signos evidentes de fatiga frente a la violencia.

Los militares debían aprender de una buena vez que no se tumba impunemente a un gobierno civil. Así puede describirse la otra obstinación de Alfonsín. "Sin rencores ni venganzas", instruyó, no obstante.

Había prometido en la campaña electoral que por el horror de las violaciones de los derechos humanos pagarían los que habían dado las órdenes y los que habían cometido crímenes aberrantes. Nunca prometió que se juzgaría a todos los militares.

Este antecedente es importante para explicar lo que pasó mucho después. Le costó, eso sí, encontrar el método en el que encajaran su promesa electoral y los reclamos sociales sobre la revisión del pasado.

Tal vez la mayor injusticia de Néstor Kirchner, entre las muchas injusticias que cometió, haya sido pedir perdón a los familiares de los desaparecidos en nombre de un Estado que, según dijo, nunca había hecho nada.

Había que estar en los zapatos de Alfonsín en 1983, con las Fuerzas Armadas intactas aún en su tamaño y en la disponibilidad de recursos, para establecer en qué medida era difícil decidir enviar al banquillo de los acusados a los quince jefes militares más importantes de la dictadura.

Alfonsín no sólo hizo eso; también nombró una comisión de civiles notables, presididos por el escritor Ernesto Sabato, para hurgar, indagar y averiguar, hasta llegar lo más cerca posible de la verdad, sobre los desaparecidos. De esa investigación surgió el voluminoso libro llamado Nunca más , la mejor descripción que se ha hecho sobre aquel martirologio.

El peronismo no pudo escaparse de la nueva cultura política que se iba imponiendo en el país ni los militares pudieron evitar el juicio político al que los sometió la democracia argentina.

A partir del 30 de octubre de 1983, la sociedad se olvidó de gran parte de los problemas para vivir sólo la esperanza y el optimismo. Una suerte de amplia excitación social sobrevino luego de la elección de octubre.

A Alfonsín lo esperaban una economía en virtual default, el conflicto permanente con los gremios (sobre los que pudo hacer poco y nada), el zigzag con el escurridizo peronismo parlamentario y las fracasadas sediciones militares.

Pero eso ocurrió mucho después. Quien no haya vivido en la Argentina entre octubre y diciembre de 1983 no conoce lo que significa un instante único de felicidad colectiva. Alfonsín sigue produciendo esos momentos de civilización política, más aletargados y austeros, hasta en la actualidad.

Hace poco, peronistas, radicales, socialistas y conservadores se juntaron en La Plata, en medio de la crispada Argentina, para hacerle un homenaje al ex presidente radical. Y es el único político que, hasta ahora, le arrancó al matrimonio Kirchner palabras ponderativas del diálogo y el consenso.

Ese lugar en la historia de referente insoslayable de la democracia, de última reserva de un sistema político agobiado a veces de conflictos y de rupturas, no se lo ha sacado ni siquiera la posterior saga de aciertos y errores propia de cualquier vida.